Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros.
Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra.Ezequiel 36:25-27
Ezequiel había repetido incansablemente que el pueblo de Israel se había vuelto impuro a causa de sus pecados e idolatrías. Ahora anuncia un tiempo en que el Señor va a intervenir para transformar interiormente a su pueblo y limpiarlo de todas sus impurezas. La idea de la total transformación interior se expresa con la imagen del corazón y del espíritu nuevos, mientras que el simbolismo del agua limpia pone de relieve la profundidad y eficacia de esa acción purificadora. Jer 31.31–33; Ro 8.5–6; Gl 5.22–25; 1 Jn 3.24.
En nuestro caso, el Señor examina, controla y nos ofrece una transformación interior en nuestras vidas. Nos limpia, nos quita la suciedad, nos hace libres, nos hace integros, y nos perfecciona. Misericordioso y Majestuoso es nuestro Señor Jesucristo. En ocasiones muchas personas se preguntan ¿ Como soy ? ¿ Porque me sucede a mí ?, ¿ Que hice yo para merecerme esto ? ¿Estaré obrando mal? ; pues dejame decirte estimado amigo, que Dios conoce lo profundo de tu corazón. Él sabe lo que sientes, lo que vives, lo que anhelas; está en tí PEDIR al Dios de Israel, está en tí tener esa amistad íntima con Él, de tener ese espacio reservado solo para el Señor y las respuestas llegarán.
Hay que dejar una situación y tomar otra mejor. La mejor opción es Jesucristo nuestro Señor. No se trata de llevar de un lado para otro el corazón que poseemos, sino de entregarselo a quien nos Salvó. Hay un mandato, una orden Superior que hay que llevar en nuestro corazón: El Amor. Amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo como así mismo dice el Señor.
Tómate un tiempo para Él. Él merece adoración, merece que le cantes, que te entregues en cuerpo, alma y espíritu. En el Poderoso Nombre de Jesús.
Dios te continúe bendiciendo.
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