SE ACERCA SEMANA SANTA
TODO EL SUFRIMIENTO QUE LO LLEVÒ A MORIR EN LA CRUZ LO HIZO POR AMOR A TÌ....
Veía la multitud gritando, había una cuerda humana de soldados romanos,
y un hombre en una silla grande, que se paro y apunto a otro que estaba
atado ¿Qué haré con Jesús de Nazaret? La gente respondió ¡crucifícalo!,
¡crucifícalo! gritaban con odio.
Los soldados llevaron a Jesús a
un patio interno y le quitaron la ropa hasta la cintura, lo ataron de
espaldas, como se hacía con los esclavos antiguamente, a una columna.
La gente, hizo una rueda. Un soldado saca un azote, y empieza a dar
vueltas en el aire, y este látigo terminaba con varias puntas de cuero, y
en cada punta había un trozo pequeño de hierro. Y cuando aquel látigo
daba vueltas en el aire y golpeaba, aquella espalda se abría, rasguñada
la carne, molía aquel hombre.
La gente palmeaba reía, y el
verdugo daba vueltas al látigo, era como un maestro, y le golpeaba,
aquel hombre temblaba, y yo decía porque no se defiende, porque no dice
nada, y yo no sabía que allí estaba un cordero que fue llevado mudo a
sus trasquiladores, a causa de mis pecados, yo no sabía que por amor,
allí estaba, por amor de mí y por amor de ti también...
...cada
vez que el azote le daba en la espalda, se abría y se le arrancaba
pedazos de carne; tal como las palabras del profeta: "Mas él herido fue
por nuestras rebeliones molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él..." fue azotado un largo tiempo y la gente,
palmeaba, se reía...
...luego los soldados se apartan de él y lo
entregan en mano de los hombres, y un hombre y le lanzo bofetadas, y
su rostro iba para allá y para acá, sus ojos siempre cerrados y nunca
decía palabras, y me quedaba impresionada y decía ¿porqué no se
defiende? yo no sabía que él estaba siendo castigado por mis pecados,
por tus pecados, mucho tiempo la gente lo estuvo escupiendo, dando
puñetazos a su rostro y pateando. Pero una cosa me di cuenta, y fui
testigo, que durante todo el tiempo de su sufrimiento, Jesús de Nazaret,
el Hijo Unigénito del Dios viviente, estuvo orando por nosotros, porque
movía sus labios silenciosamente...
... ¡Él estaba orando por ti
por mi! Y mientras estaba orando por nosotros la sangre iba bajando por
su boca, por su nariz, su cara estaba hinchada de tanto que le daban,
tanto que la gente le pateaba, le escupía, se mezclaba la sangre con la
saliva de la gente...
Después de mucho tiempo volvieron los
soldados, y aquel hombre, ya no era una cosa normal, era una masa,
humana, pero sin decir palabra.
se acercaron con una almohada, y
tenía algo arriba; una corona de espinas (no era como la que ve en las
imágenes muertas en las paredes) ; eran unas espinas grandes, que se
cruzaban para abajo...
.. cuando el soldado le levanto su cara,
el tenía los ojos cerrados, y le clavo la corona, y él apretaba sus
ojos, cuando le dieron con un pedazo de palo, una cosa, así como una
caña, le dieron, golpeándole varias veces, y el encogía su cuello, y de
ahí se bajaba la sangre y yo decía ¿Cómo puede alguien sufrir tanto
castigo?
Y la sangre iba bajando y le dolía cuando el golpe le
daba en la cabeza y él se encogía, encogía, ¡Este es el Hijo de Dios!
¡El no merece tanto sufrimiento!,soy yo la pecadora,peguenmèn a mì,
de repente aquel hombre, abrió sus
ojos, y miro directamente hacía mí, se pueden imaginar, Jesús de
Nazaret, el Hijo de Dios, me estaba mirando directo a mi... nunca he
visto, una mirada más llena de misericordia, de amor, de bondad, que la
de Jesús de Nazaret...
...él estaba allí mirándome, y yo estuve
atada a su mirada, yo quería decir algo, pero ahora las lágrimas corrían
por mis ojos, y me miraba con amor, cuando me dijo, ¡No mi hija/o....,
nadie podría soportar tal sufrimiento, solamente yo, (y apuntaba su
cuerpo, todo herido, todo ensangrentado), y decía: ¡yo sufrí todo esto
por amor de ti!
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